Paul Shirley: "¿Me puedo quedar la camiseta?"

Tras el título "¿Me puedo quedar la camiseta?" está el libro publicado por el ex jugador profesional de baloncesto Paul Shirley, al que algunos recordarán por su paso por España (Badalona, Menorca y Málaga). Con este libro inauguro la sección libros de baloncesto.

Se trata de un libro que nada tiene que ver con un libro de técnica o táctica, sino que tiene como semilla el blog que Paul Shirley fue escribiendo durante su etapa como jugador y que posteriormente recogió en forma de libro con algunos retoques. Para la edición española, además, incluyó un capítulo extra centrándose en su experiencia en España.

Se supone que Shirley utiliza el sarcasmo como princial recurso estilístico. Se supone que debería hacerme gracia esa forma de comentar su paso por el baloncesto profesional. Pero no, la verdad es que no termino de verle la gracia a la mayoría de sus supuestos sarcasmos. Más bien, y no sé si será porque con la traducción al español pierde o porque realmente no dan para más, esos sarcasmos yo los veo como una continua queja respecto a todo lo que le rodea, de forma que más que quedarte con la idea de que el norteamericano es un cachondo te quedas con la imagen de un cascarrabias que le encuentra pegas a jugar en los Suns que llegaron a la final de conferencia en la temporada 2004/2005 (con la excusa de que allí apenas se dedicaba a calentar banquillo y ver algunos de los mejores partidos de baloncesto de la época) o de jugar en una liga como la ACB (la segunda más importante del mundo) porque no es la NBA o porque a los españoles nos da por echarle a las ensaladas atún en lata, algo que él considera un disparate. Señor Shirley, no es tan difícil decir en español "ensalada, pero sin atún, por favor".

El libro da permantentes saltos entre la supuestamente sarcástica queja por cualquier chorrada, como que Kazán es un sitio perdido en medio de la nada como bien sabia Shirley antes de irse para allá a jugar (lo sabía, el mismo lo avisa en el capítulo que habla de antes de irse, y pese a saberlo se va), a intentos de recordarse a sí mismo que en realidad su vida no es tan desastrosa y que ser jugador profesional no es lo peor que hay. Esos saltos van en paralelo con los saltos de su carrera deportiva, alternando una y otra vez fases de hacer pretemporada con un equipo NBA o un contrato de diez días, irse al paro, irse a jugar a equipos y lugares sobre los que no tiene el más mínimo interés, lesión peculiar y vuelta a intentarlo en la NBA. Vamos, el típico jugador convencido de que tiene talento suficiente como para, al menos, tener un contrato fijo en la NBA pero al que la vida no termina de brindar esa oportunidad.

Aunque el fallido sarcasmo que envuelve el libro se termina haciendo algo cansino (cierto es que con el paso de los capítulos, y por tanto de los años, el estilo mejora algo) no deja de ser una interesante oportunidad de hacerse una idea de cómo es la vida de un jugador de la NBA de estas características deportivas (un quiero y no puedo estar en la NBA) y personales, pues no es el típico jugador descerebrado, ignorante (tiene terminada una ingeniería) y megaegocéntrico que tanto abunda en la NBA.

No deja de resultarme ligeramente irritante el tono de permanente queja, incluso sobre cuestiones que cuesta entender que pueda existir queja. Por ejemplo, cuenta sobre su primera estancia en España (al final del libro concluye que fue su mejor experiencia personal y deportiva, tiene narices) que le irritó que en el DKV Joventut pusieran una comida fin de temporada dos días después de terminar la temporada cuando se había hecho a la idea de irse a su casa al día siguiente de terminar la liga. Tanto es así que aunque le explicaron lo importante que resultaba esa comida a efectos de grupo el tío se encabezona y se coge un avión el día siguiente de terminar la liga y deja una silla vacía en dicha comida, simplemente porque se había hecho a la idea de irse el lunes y no se veía capaz de aplazar su vuelo un día. Evidentemente, ese comportamiento sembró dudas a la directiva del Joventut, quienes pretendían ofrecerle la renovación y finalmente no la hicieron.

Otra queja recurrente es que el resto del mundo no hablara un inglés perfecto. Para ser un tío atípico esa idea es bastante arquetípica de los americanos. Ya podría aprender él el idioma del país que le da trabajo. Un poco al menos. Es él el que está trabajando fuera, luego es él el que habla "diferente".

En definitiva, si encontráis el libro rebajado de precio, y no los más de 20 € que me costó a mí, no deja de ser una buena lectura si te interesan las batallitas de un jugador profesional de baloncesto como Paul Shirley. Ya aviso que de anécdotas sobre sexo, drogas y rock&roll se habla bastante menos de lo que uno cabría imaginar en este tipo de libro.

Comentarios

ERNESTO FERNÁNDEZ ha dicho que…
No me habia enterado del curso de alto rendimiento.Enhorabuena. Es agotador organizar o ser parte de algo asi. Ojala la proxima vez este mas pendiente,tanto para difundirlo como para valorar la posibilidad de participar de la forma que sea.Un saludo...

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