Tardes de primavera

Pachanga primaverilYa estamos en primavera, las tardes duran más y el calorcillo invita a salir a la calle.

Ello me trae a la memoria esas largas tardes, hace ya más de 15 años, botando, botando, tirando, penetrando, reverso, cambio de mano, penetración con la izquierda... Vuelta a empezar, la vista al frente, no mirar el balón al botar, proteger el bote, aro pasado, otra tanda de triples...

Me parece oler aquella primavera, las pachangas con mezcla de olor a sudor y al azahar de las huertas cercanas. Sí, uno tenía el privilegio de jugar al baloncesto en una pista en mitad de la huerta. Lo malo, ya se pueden imaginar, es que cuando el balón no tocaba aro o, en su caso, entraba limpiamente en aquellos aros sin red, terminaba bien lejos y había que hacer un esfuerzo adicional para ir a recuperarlo.

Fíjense lo molesto que era lo de correr tras el balón que hasta llegué a fabricar manualmente unas redes, que doné anónimamente al colegio público donde se estaban las pistas. Qué afición, y cuanto tiempo libre. Quién los pillara ahora. Y qué embrujante el sonido del balón al entrar limpiamente en la recién estrenada red casera "ssssshuuupp".

Era aquella época en la que aún hablábamos de Yugoslavia y la URSS como de otra dimensión y de la NBA como otra galaxia. Los duelos Lakers - Celtics de los viernes por la noche con Trecet, con esos quintetos inamovibles que nos sabíamos de memoria. Los Pistons de Thomas eran el tercero en discordia y Jordan aún era un novato jugón que presagiaba grandes cosas.

Eran primaveras de apasionantes tardes en el pabellón de deportes, dejándose la garganta y las palmas animando a un CB Murcia que empezaba a darnos tardes de alegría (pocas) y de desesperanza (muchas).

Era también en primavera cuando se empezaba a poner caliente la liga, con los finales de temporada a un tiro de piedra. Unas veces, cuando nuestro CB Murcia era cabeza de ratón, jugándonos apasionantes ascensos. Otras, cuando tocaba ser cola de león, sufriendo en agónicos play-off de descenso.

Es lo que tiene este sol y este calorcillo, que activa todos esos recuerdos, y dan ganas de cogerse un balón e irse al colegio a maltratar algún aro desprevenido.

Tardes de duelos fraticidas en la pista del colegio del pueblo, cuando creíamos que sabíamos jugar y nos empecinábamos en esa penetración suicida, con incontrolado reverso incluido, para terminar fintando el tiro y tratar de doblar a nuestro despistado pívot ese pase telegrafiado, que entregábamos indefectiblemente a manos del rival, para quedarnos, a continuación, quejándonos bajo el aro mientras nos hacían un contraataque fácil de dos contra nadie.

Época en la que descubrimos, en los cursos de monitor y entrenador, cúanta riqueza ofrecía la técnica y la táctica baloncestística, y nos emperrábamos en mejorar la mecánica de tiro propia ¡y la ajena!, y tratábamos, inútilmente pero sin desaliento, de conseguir hacerle jugar a los compañeros una mísera jugada de 2x2, con un simple bloqueo y continuación. Pero nada. Lo que se estilaba era la famosa "jugada del carretón" que, un día de estos y con ayuda de una pizarra virtual, intentaré explicarles.

Hummm, nostalgia primaveral. Ya no es lo mismo, hace años que no pisamos una cancha. De hecho ya no podemos ni vernos la punta de las zapatillas.

Ahora los partidos del CB Murcia no destilan a los ojos de este espectador esa magia e intensidad de antaño (y a lo que se ve cada dos viernes no es a mí a quien único le ocurre). Magic y Bird, ¡y hasta Jordan! son un lejano recuerdo. Por contra, nos desagravia que en la NBA tenemos jugadores españoles, aunque, bueno, también es cierto que ahora allí juega casi cualquiera.

Todo eso pasó, pero que nos quiten lo bailado, es decir, lo jugado y disfrutado en esos autoentrenamientos y pachangas primaverales.

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