Randy Owens cambió mi vida

Yo iba para portero de fútbol. Bueno, no, en realidad no iba para nada porque era muy malo. El caso es que soy de pueblo o, mejor dicho, de la huerta profunda de Murcia, donde el basket prácticamente no se conocía cuando yo era un chaval. Decía que jugaba yo de portero de fútbol en el equipo del pueblo hasta que un buen día ví en el periódico, o me contó un amigo, ya no recuerdo, que había un tío, un jugador negro, algo rarísimo en Murcia en aquella época, en el equipo de baloncesto que acababan de sacar en Murcia, el Juver, que metía los puntos como churros. Que si 50, que si 55, una barbaridad. Picado con eso decidí acercarme al siguiente partido para ver qué tales maravillas hacía el jugador en cuestión. La experiencia fue traumática. Traumática en el sentido de que me sentí mal, porque de inmediato me dije “y qué puñetas hago yo jugando al fútbol si esto del baloncesto es maravilloso”. Esa misma semana me compré un balón de baloncesto y me dediqué a tratar de aprender los rudimen...