Sin hambre no se gana
El baloncesto es un juego en el que, además de lo obvio, cuando se juega a alto nivel, para ganar hace falta esfuerzo, sacrificio, divertirse cada día y, al más alto nivel, también hambre. No tengo claro que la selección haya perdido todas esas cualidades, casi seguro que no, pero sí estoy convencido de que ya no tiene el hambre que tenía hace unos años, al menos no todos los que han ido a Turquía.
La selección española no es que sea demasiado mayor, pero sí es cierto que algunos ya no tienen el empuje físico que se tiene a los 23 años, ese empuje que sí que tienen ahora los serbios y que te da una chispa de más cuando hay que defender al máximo una y otra vez. Cuando además de esa energía que te da la juventud tienes la poco menos que necesidad vital de ganar tienes algo que te permite hacer algo que ayer no hizo la selección española: defender todas las jugadas del partido como si cada una fuera la última de una final en la que estás perdiendo de uno. Y eso ayer lo tuvo Serbia, pero no España.
No es necesariamente un reproche a los jugadores de la selección española (o sí, no sé, porque aún me dura el enfado), pero el caso es que esa chispa que se vio en Japón y que se fue perdiendo por momentos con el paso de las competiciones y las medallas ya no está, o al menos no en su máxima medida en todos los jugadores de la selección. Y para ganar una competición como un mundial hace falta tener hambre, además de todo lo demás. Hay que defender a tope 40 minutos, y sin esa chispa de la que hablo no se puede defender tanto durante tanto tiempo.
Ni siquiera es una cuestión de profesionalidad. Cuando hablamos de máximo nivel ni siquiera basta con profesionalidad, vergüenza torera y todo eso. Hace falta más. Me comentaba Germán Gabriel hace unas semanas que él tuvo una época en la que llegó a pensar en dejarse el baloncesto, simplemente porque por aquel entonces no disfrutaba en el día a día entrenando, y el nivel de exigencia que implica jugar en la élite convierte en un infierno el entrenar cada día como si fueras a la oficina. Sólo puedes rendir al máximo si pones el alma en lo que estás haciendo, y para llegar a poner el alma tienes que disfrutar, tiene que salir de ti el intentar dar otro poquito más, de llegar un poco más alto, bajar un poco antes.
Cuando lo has ganado prácticamente todo y cada vez que te vistes de corto te duelen más las articulaciones, por mucho que digas públicamente que tienes la misma ambición que el primer día, en la práctica eso no es tan fácil sostenerlo con los hechos. No al supermáximo nivel, no al nivel de exigencia que implica ser el mejor del mundo.
La chispa, la ambición y, sobre todo, el hambre, es difícil de inocular, y aunque un bofetón como el de este mundial te puede remover algo las tripas, me temo que ya llegó el momento de renovar ciertos nombres en la lista de la selección, por muy guays que sean, por mucho grupo que hagan, y por muy bien que le caigan al superlíder.
Hay más factores que analizar. Sí, faltó Pau, claro. Y Calderón se notó mucho más de lo que parece, pues su ausencia creo que ha empequeñecido hasta niveles alarmantes a Ricky. Y a Marc no lo recordaba tan blando, y Garbajosa ya es vox populi en el mundo entero que tras su lesión en Toronto defiende más con la vista que con las piernas. Pero si, en definitiva, echo de menos a alguien, llámenme loco, es a Carlos Jiménez. Pero ese análisis detallado lo dejo para otro día.
¿Y ahora, qué?. Lo primero creo que es empezar por poner en el banquillo a alguien que no sólo no ofrezca duda alguna sobre su cualificación técnica, sino que además sepa gestionar un grupo de jugadores de superélite, de dejarles libertad cuando ellos están a tope en todo, como hizo Pepu dejándoles salir por las noches pidiéndoles autoresponsabilidad para luego ser capaces de machacarse en la pista, pero también ser capaz de dar un puñetazo en la mesa cuando los jugadores se empeñen en tener una libertad que luego no es correspondida en la pista dando el esfuerzo absoluto máximo posible, como me temo que no ha pasado en este torneo.
Hablo de un tipo de hambre que algunos no llegan a conocer en toda su vida, que es frecuente que aparezca con los bríos juveniles y vaya desapareciendo en paralelo a la condición física y el logro de éxitos deportivos y que tiende a permanecer de por vida en raros ejemplares de deportistas, de los que los argentinos suelen ser un buen ejemplo (pese a lo que haya podido parecer el partido de hoy contra Lituania).
La selección española no es que sea demasiado mayor, pero sí es cierto que algunos ya no tienen el empuje físico que se tiene a los 23 años, ese empuje que sí que tienen ahora los serbios y que te da una chispa de más cuando hay que defender al máximo una y otra vez. Cuando además de esa energía que te da la juventud tienes la poco menos que necesidad vital de ganar tienes algo que te permite hacer algo que ayer no hizo la selección española: defender todas las jugadas del partido como si cada una fuera la última de una final en la que estás perdiendo de uno. Y eso ayer lo tuvo Serbia, pero no España.
No es necesariamente un reproche a los jugadores de la selección española (o sí, no sé, porque aún me dura el enfado), pero el caso es que esa chispa que se vio en Japón y que se fue perdiendo por momentos con el paso de las competiciones y las medallas ya no está, o al menos no en su máxima medida en todos los jugadores de la selección. Y para ganar una competición como un mundial hace falta tener hambre, además de todo lo demás. Hay que defender a tope 40 minutos, y sin esa chispa de la que hablo no se puede defender tanto durante tanto tiempo.
Ni siquiera es una cuestión de profesionalidad. Cuando hablamos de máximo nivel ni siquiera basta con profesionalidad, vergüenza torera y todo eso. Hace falta más. Me comentaba Germán Gabriel hace unas semanas que él tuvo una época en la que llegó a pensar en dejarse el baloncesto, simplemente porque por aquel entonces no disfrutaba en el día a día entrenando, y el nivel de exigencia que implica jugar en la élite convierte en un infierno el entrenar cada día como si fueras a la oficina. Sólo puedes rendir al máximo si pones el alma en lo que estás haciendo, y para llegar a poner el alma tienes que disfrutar, tiene que salir de ti el intentar dar otro poquito más, de llegar un poco más alto, bajar un poco antes.
Cuando lo has ganado prácticamente todo y cada vez que te vistes de corto te duelen más las articulaciones, por mucho que digas públicamente que tienes la misma ambición que el primer día, en la práctica eso no es tan fácil sostenerlo con los hechos. No al supermáximo nivel, no al nivel de exigencia que implica ser el mejor del mundo.
La chispa, la ambición y, sobre todo, el hambre, es difícil de inocular, y aunque un bofetón como el de este mundial te puede remover algo las tripas, me temo que ya llegó el momento de renovar ciertos nombres en la lista de la selección, por muy guays que sean, por mucho grupo que hagan, y por muy bien que le caigan al superlíder.
Hay más factores que analizar. Sí, faltó Pau, claro. Y Calderón se notó mucho más de lo que parece, pues su ausencia creo que ha empequeñecido hasta niveles alarmantes a Ricky. Y a Marc no lo recordaba tan blando, y Garbajosa ya es vox populi en el mundo entero que tras su lesión en Toronto defiende más con la vista que con las piernas. Pero si, en definitiva, echo de menos a alguien, llámenme loco, es a Carlos Jiménez. Pero ese análisis detallado lo dejo para otro día.
¿Y ahora, qué?. Lo primero creo que es empezar por poner en el banquillo a alguien que no sólo no ofrezca duda alguna sobre su cualificación técnica, sino que además sepa gestionar un grupo de jugadores de superélite, de dejarles libertad cuando ellos están a tope en todo, como hizo Pepu dejándoles salir por las noches pidiéndoles autoresponsabilidad para luego ser capaces de machacarse en la pista, pero también ser capaz de dar un puñetazo en la mesa cuando los jugadores se empeñen en tener una libertad que luego no es correspondida en la pista dando el esfuerzo absoluto máximo posible, como me temo que no ha pasado en este torneo.
Comentarios
Sinceramente, con eso de los quintetos fijos y cosas así he llegado hasta plantearme si es que por mucho baloncesto que vea e intente enseñar (aunque se que no tengo ni puta idea) debía seguir dándole un voto de confianza a Scariolo, pero he visto que no.
Estoy de acuerdo en todo lo que dices, lo de las rotaciones, jugar con 10, Garbajosa, Mumbrú, Raúl (no me sale de los cojones ponerle diéresis a ese nombre), no Suárez, margiClaver... pero lo peor de todo es que no nos damos cuenta que el Eurobasket fue un espejismo. Pau decidió un día después de perder con Turquía que le apetecía ganarlo y como las selecciones eran por lo general más flojas, pues lo hizo, pero ahora se ha visto que no, si no tienes un Carlos Jiménez que se encargue de corregir todas las cagadas en defensa de los jugadores "talentosos" pues tendrás que crear uno y no ir a lo fácil y que mejor ejemplo que el que ha estado mamando de él en el Estu, pero no, tenemos al tirador Mumbrú (jugando 7 años con esos tíos cualquiera puede meter 15 puntos en un partido de pachanga, que diga preparación diseñada por la FEB). Y me gustaría que reflexionaráis sobre 2 cosas que os dejo:
1. Recuerdo que Scariolo dijo una vez que con la selección italiana había que tener cuidado en no jubilar a tiempo a los jugadores (Basile, Marconato, el tirador este que fue al CAI estando en LEB..), porque decía que luego podrían tener un vacío muy grande al no haber ido entrando los jóvenes. Y ahora con España se ve que eso se la trae floja...claro al fin y al cabo el es italiano y le importa su país digo yo.
2.Pero más alucinante me parece el motivo para que vaya Raúl López, que en el Kimki tiene los mismos sistemas que España (claro como el Kimki tiene a Ricky, Navarro y Rudy puede jugar igual que España, sí señor...), que se ve resúmenes de 30 min del entrenamiento de su equipo mientras está con la selección, sinceramente acojonante. Aquí somos tan gilipollas para pagarle a un tío de fuera para que haga un trabajo y mientras esté haciendo el trabajo que le paga otra empresa. Yo no se a vosotros, pero si mi empresa me pilla haciendo cosas para otro trabajo en horas lectivas me manda a la puta calle, pero aquí no y todavia (en eso no estoy de acuerdo contigo) les pedimos a los jugadores que sean profesionales cuando el primero que no lo es es el señor gominolo.
Por favor decirme algo porque a veces creo que conspiro yo solo contra el mundo.
Un saludo.
Y Juanpe, dices que no estamos de acuerdo en lo de la profesionalidad, y no estoy tan seguro de que no lo estemos. Yo lo que vengo a decir es que en competición de altísimo rendimiento aún siendo buen profesional (una persona honesta que incluso sin tener ganas hace todo lo que es capaz para hacer un buen trabajo) aún así no es suficiente, hace falta algo más (no he entrado a valorar si los de la selección tienen esa profesionalidad, pero vamos, digamos que acepto que sí la tienen), y hace falta ese algo más que es el hambre, el hambre que te da una chispa más de energía, de agresividad, de aguante, de mala leche... todo eso hace falta también para llegar al máximo. No sé si he explicado mejor lo que quería decir y si seguimos de acuerdo.
Y Josea, no consigo identificarte pese a que te has abierto cuenta de blogger. Lo que vengo a decir con lo de los anonimatos es precisamente que cuando uno se identifica claramente el responsable de lo que dice es él (la ley no suscribe eso 100%, pero a mi me vale) y por tanto es quien mejor debe medir sus palabras, sea o no una chorrada lo que dice. Cuando hay un anónimo me siento más responsable de lo que diga, sobre todo si se trata de atacar a alguien.
Venga, que no llegue la sangre al río.
Me parece buen entrenador pero eso no quita que en este país haya buenísimos entrenadores para llevar este equipo como ha pasado siempre, seguramente si fuera Phil Jackson el seleccionador (aunque objetivamente y con modestia no sé si sería el adecuado o no) preferiría a éste último que a bastantes. Creo que te has creado una imagen de mí que precisamente no es la más real(de hecho nunca me ha molestado ningún tipo de inmigrante y conozco a varios que son amigos míos), pero con buenas palabras se queda claro que no estoy ofendiendo a nadie, y lo de Raúl es sólo por gramática, no lo conozco para decir que me cae mal ni nada por el estilo.
Juan Carlos, lo que me dices ahora lo entiendo perfectamente, creo que tiene que ver con lo del tipo de jugador ese como ejemplificabas en Lucio Angulo, que gran verdad.