Caso Pesic. Orgullo y soberbia
El Barcelona "ha dimitido" a Pesic. No parece muy normal este tipo de decisión en estas fechas, máxime teniendo en cuenta que no le ha ido precisamente mal al Barcelona Pesic en el banco.
El sustituto de Pesic será un buen entrenador, Joan Montes, que hasta ahora entrenaba al equipo EBA. Sin embargo, con todos los respetos para Montes, dudo mucho que sea un entrenador que mejore el rendimiento de Pesic, especialmente si tenemos en cuenta que quien se involucró, en mayor o menor medida, en el tema de confección de plantilla fue Pesic y no Montes y que, además, ya estamos con media pretemporada pasada.
Hasta cierto punto entra dentro de lo normal en las relaciones entre club y entrenador, sobre todo cuando se hace para mejorar. Un posible ejemplo es el del equipo que encuentra disponible a un gran entrenador en fechas como éstas (p.e. un seleccionador nacional recién terminado su contrato federativo) y decide apostar por él incluso con la pretemporada a medio.
Sin embargo, en el caso del Barça no ha sido exactamente así. Podemos leer en la nota de agencia, que distribuye ACB.com los principales motivos por los que Rivera, director de secciones del Barcelona, ha procurado la salida de Pesic:
Independientemente de que sean acertadas o no las decisiones en sí de ambos, de cara al bien del equipo me parece mucho más defendible la postura de Pesic ("yo soy el entrenador porque se supone que soy el que más sabe y el que manda en la cancha, por tanto no tolero que se me interfiera un pelo") que la de Rivera ("como soy el jefe y no me dejas jugar con el juguete a mí también, pues te achinchas y te echo a la calle, para que veas quién manda").
La soberbia es mala consejera, pero el orgullo (en su vertiente destructiva) mucho más.
El sustituto de Pesic será un buen entrenador, Joan Montes, que hasta ahora entrenaba al equipo EBA. Sin embargo, con todos los respetos para Montes, dudo mucho que sea un entrenador que mejore el rendimiento de Pesic, especialmente si tenemos en cuenta que quien se involucró, en mayor o menor medida, en el tema de confección de plantilla fue Pesic y no Montes y que, además, ya estamos con media pretemporada pasada.
Hasta cierto punto entra dentro de lo normal en las relaciones entre club y entrenador, sobre todo cuando se hace para mejorar. Un posible ejemplo es el del equipo que encuentra disponible a un gran entrenador en fechas como éstas (p.e. un seleccionador nacional recién terminado su contrato federativo) y decide apostar por él incluso con la pretemporada a medio.
Sin embargo, en el caso del Barça no ha sido exactamente así. Podemos leer en la nota de agencia, que distribuye ACB.com los principales motivos por los que Rivera, director de secciones del Barcelona, ha procurado la salida de Pesic:
Rivera concretó como detonante de su relación con el técnico del baloncesto azulgrana el enfrentamiento que mantuvieron durante un entrenamiento del equipo, en el que Svetislav Pesic le prohibió dirigirse a sus ayudantes, entre ellos Manuel Flores, y le invitó a abandonar la instalación.Es posible que Pesic pecara de algo de soberbia al no dejar ningún tipo de intromisión en su trabajo. No obstante, me parece absolutamente legítimo que no permita interferencias. Rivera, en cambio, lo echa porque se ha sentido humillado por alguien que, en principio, está por debajo de él en la jerarquía, y debe demostrar quién manda.
"Puedo aguantarlo todo menos la humillación", manifestó el director general de secciones, quien puntualizó que, hasta el pasado lunes, su planificación incluía como técnico a Pesic.
Independientemente de que sean acertadas o no las decisiones en sí de ambos, de cara al bien del equipo me parece mucho más defendible la postura de Pesic ("yo soy el entrenador porque se supone que soy el que más sabe y el que manda en la cancha, por tanto no tolero que se me interfiera un pelo") que la de Rivera ("como soy el jefe y no me dejas jugar con el juguete a mí también, pues te achinchas y te echo a la calle, para que veas quién manda").
La soberbia es mala consejera, pero el orgullo (en su vertiente destructiva) mucho más.
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