Tardes de primavera
Ya estamos en primavera, las tardes duran más y el calorcillo invita a salir a la calle. Ello me trae a la memoria esas largas tardes, hace ya más de 15 años, botando, botando, tirando, penetrando, reverso, cambio de mano, penetración con la izquierda... Vuelta a empezar, la vista al frente, no mirar el balón al botar, proteger el bote, aro pasado, otra tanda de triples... Me parece oler aquella primavera, las pachangas con mezcla de olor a sudor y al azahar de las huertas cercanas. Sí, uno tenía el privilegio de jugar al baloncesto en una pista en mitad de la huerta. Lo malo, ya se pueden imaginar, es que cuando el balón no tocaba aro o, en su caso, entraba limpiamente en aquellos aros sin red, terminaba bien lejos y había que hacer un esfuerzo adicional para ir a recuperarlo. Fíjense lo molesto que era lo de correr tras el balón que hasta llegué a fabricar manualmente unas redes, que doné anónimamente al colegio público donde se estaban las pistas. Qué afición, y cuanto tiempo libre.