Justicia poética... supongo (CB Murcia 65 - 74 Obradoiro Blu:Sens)
Foto: Efedos/Javier Bernal |
Soy del CB Murcia como aficionado al baloncesto de élite (aunque desde que estoy en el CB Capuchinos ha pasado a ser "mi otro" club). De toda la vida, desde hace 25 años, desde que ví por primera vez a Randy Owens sobre una pista de baloncesto, como saben los que me conocen bien.
También tengo un alto sentido de la justicia. Me descompongo cuando me topo con situaciones de injusticia, bastante habituales en el mundillo del baloncesto, por cierto.
Además de admirarlos profesionalmente, soy amigo de Moncho Fernández y Gonzalo Rodríguez, primer y segundo entrenador de Obradoiro.
Creo que con lo dicho se puede entender bien el titular de este artículo. Tras la injusta destitución de Moncho Fernández, primero, y la despedida por la puerta de atrás y de modo poco adecuado (por decirlo finamente), de su ayudante Gonzalo Rodríguez, el que hoy haya ganado Obradoiro en Murcia y con esta encadenen 12 victorias sin conocoer la derrota en LEB Oro, no dejaría de ser un acto de justicia poética, o un ajuste de cuentas por parte del karma, pues creo que tanto a Moncho como a Gonzalo el karma les debía una compensación. No sé si será suficiente, pero entiendo como justo el que esta noche puedan estar cenando con el resto de la expedición viviendo una noche feliz. Se lo merecen. Porque son buena gente, grandes profesionales y porque creo que en Murcia habían sido agraviados.
El problema es que tampoco me gusta que que el CB Murcia tenga que perder, pero está claro que para que uno gane tiene que perder otro. Tengo gente en el CB Murcia a la que le tengo mucho aprecio, y no me parece justo tampoco que tentan que verse hoy con la derrota y con el Obradoiro que se escapa. Pero me temo que, a nivel cósmico, el universo está ahora un poco más equilibrado que hace unas horas.
Todo es opinable, claro y otros pensarán que no es así, o que yo mismo debería sufrir grandes represalias cósmicas por ser como soy y escribir aquí las cosas que escribo a veces. Pero yo sigo en mis trece, pues pese a todo lo de ayer fue un acto de justicia poética... supongo.
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