Video. Sergio Rodríguez en su partidazo frente a Denver
No hay quien entienda a veces a los entrenadores. O lo mismo es que soy demasiado forofo de los míos. El caso es que la otra noche me puse de los nervios al ver a Calderón muchos minutos en el banquillo en el partido frente a los Jazz , mientras Sam Mitchell mantenía en pista a un desquiciado T.J. Ford que no hacía otra cosa que perder balones y chupar a base de bien, pero claro, sin meter una, y de dirigir entre poco y nada. Y pasaban los minutos y seguía Calderón en el banco, y T. J. Ford a lo suyo, y los Jazz cada vez más lejos. Al fin, más por cansancio de Ford que por bajarse del burro, Mitchell tuvo que sacar a pista a Calderón, quien lo hizo todo fantástico, como ya lo había hecho en la primera parte, tanto que ya no tuvo vergüenza el entrenador norteamericano a volver a sentarlo, pero ya era demasiado tarde, Ford ya había perdido el partido cuando se lo dejó a Calderón. Algo parecido parece estar pasando en Portland con Sergio Rodríguez y McMillan, para quien el rol lógico del