ACB. El teatro del basket
La segunda principal liga de baloncesto del mundo no es más que una pseudocompetición manipulada
La ACB cada vez se parece más a un partido de los Globetrotters. Puro teatro, con un guión y un final previsto. Todos saben a priori casi siempre quién va a ganar y poco más o menos lo que va a pasar. Está todo previsto. Es decir, la que se denomina segunda mejor liga del mundo no es más que un espectáculo amañado con apariencia de liga regida por unas normas. Sin embargo eso de que se regule por normas es así sólo en parte. Porque hay normas, sí, pero no se aplican siempre igual, y ello no es por casualidad. De por medio hay una compleja red de intereses, presiones y poder que se podría resumir diciendo que el más poderoso presiona más que los demás fuera de las pistas y la ACB tiende a cuidarles a ellos especialmente, en detrimento de los más débiles. A su vez, es la propia ACB la encargada de gestionar los árbitros, con lo que ésa es su principal manera de dar curso a la resultante de esas presiones. Los árbitros, sin que medien, o eso creo yo, peticiones expresas, se encargan de que todo vaya según el plan previsto o, más bien, de reconducir situaciones cuando tienden a salirse de ese plan previsto y no escrito. Evidentemente, procuran no dejarse ver cuando el grande, como grande que es, va ganando de paliza.
Este argumento es igualmente aplicable al basket FIBA en general. Imagino que todos recordamos el bochorno de arbitraje de la final olímpica. No fue un mal arbitraje, no pitaron mal los árbitros, ni son malos árbitros. Simplemente velaron para que todo saliera según lo previsto, y lo previsto en aquel caso era que EEUU tenía que ganar a toda costa, aunque eso implicara que los árbitros tuvieran que ayudarles descaradamente. Hay incluso gente que desde dentro afirma que en este caso sí había instrucciones expresas para que ganara EEUU, lo cual ya es el colmo de la desvergüenza.
Esto no es nuevo, por supuesto. Viene así desde que recuerdo ver mis primeros partidos de baloncesto profesional, y hace de eso algo más de 25 años. Como muchos habrán adivinado, saco el tema a colación del arbitraje perpretado ayer por García Leal (este sobre todo) y Peruga, con el beneplácito de todo un pedazo de árbitro como Arteaga, que ayer se prestó a quedarse en un segundo plano mientras sus dos compañeros se encargaban de ayudar a Estudiantes a recuperar su buen nombre.
La jugada de marras creo que todos saben la que es. Faltan 25 segundos, ataca Estudiantes, que tiene 2 puntos de ventaja. CB Murcia necesita robar o una buena defensa para tener opciones de jugarse un último tiro ganador. Moncho Fernández intenta hacerse oír entre el griterío del pabellón “¡¡saltamos, saltamos!!” grita el gallego, insiste, pero ahora da un pasito hacia delante, vuelve a insistir, y otro pasito, este último ya con los pies dentro de la pista. Se acerca García Leal y sin más aviso, ni gesto ni nada le señala técnica. Viendo el video debo matizar algo lo dicho. García Leal no se acerca en realidad, sino que desde la altura del banquillo de Estudiantes, y aún con Oliver en pista trasera ya está levantando el brazo para señalar la técnica, ni siquiera esperó a aproximarse y estimar que el entrenador del CB Murcia pudiera estar entorpeciendo la jugada, pues aún no había ningún jugador en sus proximidades. Y por supuesto ni hizo gesto para que se quitara de ahí ni nada, desde la pista trasera ya tenía claro que le pitaba técnica.
Con el reglamento en la mano está claro que eso es una incorrección sancionable con técnica, pero todos sabemos que eso prácticamente nunca se pita aunque en todos los partidos de baloncesto ocurre en mayor o menor medida. Es más ¿Alguien ha visto a un árbitro alguna vez pitar una técnica a Ivanovic en su cancha por pisar parcialmente la pista a falta de 20 segundos con el partido a vida o muerte en juego? O incluso, ¿alguien ha visto a Ivanovic recibir una técnica en cualquier momento y en cualquier cancha por pisar la pista?. Ya les digo yo la respuesta: no. No lo han visto porque nunca ha pasado. Y el reglamento estaba así escrito desde antes de que Ivanovic se metiera por primera vez en la pista a ayudar a defender a sus jugadores. No, en los miles de partidos que llevo vistos en mi vida sólo se lo he visto pitar ayer a un entrenador como Moncho Fernández, y mira que he visto muchos más partidos de equipos grandes, que son casi los únicos a los que retransmiten partidos por TV (que esa es otra).
Lo que quiero decir es que unos minutos antes esa técnica habría sido un serio correctivo, habría estado también fuera de lugar, pero justo en ese momento de partido es una forma de humillar al débil, de decirle que “tú aquí no pintas nada, no quieras aspirar a lo que no te corresponde, vas a perder porque yo lo digo” o algo por el estilo. Es decir, que la técnica la pitó con toda la intención de quitarle al CB Murcia las opciones de ganar el partido. ¿Por qué?. Es muy sencillo, Estudiantes es un histórico de la ACB, que le ha dado muchos momentos de gloria a la competición e, imagino, la ACB se siente en cierto modo en deuda con el Estudiantes y no desea que descienda uno de sus mejores activos.
Evidentemente, lo que ayer le dio a Estudiantes mañana se lo quitará contra el Barcelona o el Caja Laboral, pues frente a esos el pequeño es el Estudiantes y el grande ha de seguir ganando partidos para que la maquinaria no se pare y no llame el lunes indignado a la ACB Chichi Creus o Querejeta. Que todos los respetos, no es lo mismo la presión que eso mete en los estamentos de la liga a que lo haga un tal Paco Guillem desde un pueblo llamado Murcia respecto a un partido que no se televisó a nivel nacional.
Pero como decía antes, esto pasa en prácticamente todo el baloncesto profesional. La pasada temporada fue cuanto menos curioso lo que le ocurrió al Real Madrid en Murcia y unos días después en Atenas. Jugó el Real Madrid contra el CB Murcia, los árbitros de aquel día echaron una mano (por no decir que hicieron un atraco) al equipo de Joan Plaza, quien se mostró muy contento con el resultado y la legitimidad del partido. Apenas tres o cuatro días después del robo en Murcia ese mismo Real Madrid y ese mismo Joan Plaza lloriqueaba hipócritamente en Atenas reclamando más respeto arbitral porque, al parecer, a su equipo no se le tenía el “respeto” que merecía. Vamos, que en Atenas el atraco lo sufrieron ellos, pero entonces sí le pareció mal al señor Plaza este sistema de jerarquías y arbitrajes basados en el eufemístico “respeto”. Me temo que ese día empezó a fraguarse la salida del señor Plaza del Real Madrid. Sus dirigentes tienen claro que, además de con más presupuesto y mejores jugadores, con un entrenador llamado “Messina” es más fácil lograr que los árbitros te respeten que con un entrenador llamado “Plaza”. Es triste, pero así funciona esto.
En el poco tiempo que llevo viendo basket de formación no veo que pase esto en esas categorías. Ahí simplemente el nivel de los árbitros es como el de los chicos, bajo. Bajo por estar aún formándose o bajo por no dar para más, pero sin especial maldad ni ansias de manipular. Sí pasa, y en verdad hasta los puedo entender, que en categorías senior o en pueblos de los duros algunos árbitros hacen arbitrajes caserillos, más pensando en llegar sanos y salvos a casa que otra cosa.
Pero en el baloncesto profesional, lamentablemente, pues es donde realmente están los mejores árbitros, sí que la mayoría de estos se prestan a adulterar la competición, de forma indirecta, y no necesariamente en todos los partidos, pero sí hay una pauta no escrita para que los grandes ganen más y los pequeños pierdan más.
Y me dirán que tal vez es muy osado decir que eso viene articulado desde arriba. Pero es fácil comprobarlo. No tienen más que ver que las finales y los grandes partidos los terminan pitando los árbitros buenos buenos, como Arteaga, y los árbitros que más se prestan a estas manipulaciones. La solución sería muy fácil. A los que se les ocurra hacer este tipo de cosas se les castiga de algún modo (nevera, descenso, sanción…) pero no, no sólo no se les castiga, sino que se les premia. Por tanto, la lección para los árbitros está muy clara: “si quieres prosperar en esto del arbitraje tienes que saber interpretar los deseos de los gestores de la liga”. Deseos que suelen ser normalmente que gane el grande o, por ejemplo, que Estudiantes no descienda entre tanto logra sanear su economía y volver a lo que era (sin hacerle sombra a los grandes, claro, eso tampoco).
Si quieren comprobar que se premia a estos árbitros sólo hay que armarse de paciencia y tirar de hemeroteca o memoria, para comprobar cómo los señores que pitaron la final olímpica (el argentino Pablo Estévez, el lituano Romualdas Brazauskas y el finlandés Carl Jungebrand) siguen pitando en grandes competiciones internacionales y cómo García Leal seguirá pitando partidos importantes en las próximas semanas.
El problema es que esto tiene que tener un equilibrio. No todos los partidos pueden estar decididos de antemano. Tiene que haber cierto margen para lo inesperado, para la sorpresa. Sin pasarse, eso sí. Porque si los pequeños nunca tuvieran opción ninguna antes o después éstos se hartarían, y abandonarían la competición, para que así jueguen directamente, sin liga previa, los play off el Madrid, Barça, Caja Laboral y Unicaja y se dejen así de farsas a costa de los equipos modestos, a los sólo quieren de comparsas para mayor lucimiento de ésos grandes.
Al final, esto del baloncesto ACB no es más que un teatro para lucimiento de los grandes equipos, en los que los pequeños apenas son figurantes o, en el mejor de los casos, actores secundarios a los que, a veces, se les deja decir alguna frase que otra.
Una muestra de que a Ivanovic estas cosas se las pitan como a todo mortal, pues así lo pone el reglamento, les dejo este video en el que se ve claramente cómo cuando Ivanovic pisa la pista el árbitro le pita técnica sin aviso previo ni nada... ¿o no?
La ACB cada vez se parece más a un partido de los Globetrotters. Puro teatro, con un guión y un final previsto. Todos saben a priori casi siempre quién va a ganar y poco más o menos lo que va a pasar. Está todo previsto. Es decir, la que se denomina segunda mejor liga del mundo no es más que un espectáculo amañado con apariencia de liga regida por unas normas. Sin embargo eso de que se regule por normas es así sólo en parte. Porque hay normas, sí, pero no se aplican siempre igual, y ello no es por casualidad. De por medio hay una compleja red de intereses, presiones y poder que se podría resumir diciendo que el más poderoso presiona más que los demás fuera de las pistas y la ACB tiende a cuidarles a ellos especialmente, en detrimento de los más débiles. A su vez, es la propia ACB la encargada de gestionar los árbitros, con lo que ésa es su principal manera de dar curso a la resultante de esas presiones. Los árbitros, sin que medien, o eso creo yo, peticiones expresas, se encargan de que todo vaya según el plan previsto o, más bien, de reconducir situaciones cuando tienden a salirse de ese plan previsto y no escrito. Evidentemente, procuran no dejarse ver cuando el grande, como grande que es, va ganando de paliza.
Este argumento es igualmente aplicable al basket FIBA en general. Imagino que todos recordamos el bochorno de arbitraje de la final olímpica. No fue un mal arbitraje, no pitaron mal los árbitros, ni son malos árbitros. Simplemente velaron para que todo saliera según lo previsto, y lo previsto en aquel caso era que EEUU tenía que ganar a toda costa, aunque eso implicara que los árbitros tuvieran que ayudarles descaradamente. Hay incluso gente que desde dentro afirma que en este caso sí había instrucciones expresas para que ganara EEUU, lo cual ya es el colmo de la desvergüenza.
Esto no es nuevo, por supuesto. Viene así desde que recuerdo ver mis primeros partidos de baloncesto profesional, y hace de eso algo más de 25 años. Como muchos habrán adivinado, saco el tema a colación del arbitraje perpretado ayer por García Leal (este sobre todo) y Peruga, con el beneplácito de todo un pedazo de árbitro como Arteaga, que ayer se prestó a quedarse en un segundo plano mientras sus dos compañeros se encargaban de ayudar a Estudiantes a recuperar su buen nombre.
La jugada de marras creo que todos saben la que es. Faltan 25 segundos, ataca Estudiantes, que tiene 2 puntos de ventaja. CB Murcia necesita robar o una buena defensa para tener opciones de jugarse un último tiro ganador. Moncho Fernández intenta hacerse oír entre el griterío del pabellón “¡¡saltamos, saltamos!!” grita el gallego, insiste, pero ahora da un pasito hacia delante, vuelve a insistir, y otro pasito, este último ya con los pies dentro de la pista. Se acerca García Leal y sin más aviso, ni gesto ni nada le señala técnica. Viendo el video debo matizar algo lo dicho. García Leal no se acerca en realidad, sino que desde la altura del banquillo de Estudiantes, y aún con Oliver en pista trasera ya está levantando el brazo para señalar la técnica, ni siquiera esperó a aproximarse y estimar que el entrenador del CB Murcia pudiera estar entorpeciendo la jugada, pues aún no había ningún jugador en sus proximidades. Y por supuesto ni hizo gesto para que se quitara de ahí ni nada, desde la pista trasera ya tenía claro que le pitaba técnica.
Con el reglamento en la mano está claro que eso es una incorrección sancionable con técnica, pero todos sabemos que eso prácticamente nunca se pita aunque en todos los partidos de baloncesto ocurre en mayor o menor medida. Es más ¿Alguien ha visto a un árbitro alguna vez pitar una técnica a Ivanovic en su cancha por pisar parcialmente la pista a falta de 20 segundos con el partido a vida o muerte en juego? O incluso, ¿alguien ha visto a Ivanovic recibir una técnica en cualquier momento y en cualquier cancha por pisar la pista?. Ya les digo yo la respuesta: no. No lo han visto porque nunca ha pasado. Y el reglamento estaba así escrito desde antes de que Ivanovic se metiera por primera vez en la pista a ayudar a defender a sus jugadores. No, en los miles de partidos que llevo vistos en mi vida sólo se lo he visto pitar ayer a un entrenador como Moncho Fernández, y mira que he visto muchos más partidos de equipos grandes, que son casi los únicos a los que retransmiten partidos por TV (que esa es otra).
Lo que quiero decir es que unos minutos antes esa técnica habría sido un serio correctivo, habría estado también fuera de lugar, pero justo en ese momento de partido es una forma de humillar al débil, de decirle que “tú aquí no pintas nada, no quieras aspirar a lo que no te corresponde, vas a perder porque yo lo digo” o algo por el estilo. Es decir, que la técnica la pitó con toda la intención de quitarle al CB Murcia las opciones de ganar el partido. ¿Por qué?. Es muy sencillo, Estudiantes es un histórico de la ACB, que le ha dado muchos momentos de gloria a la competición e, imagino, la ACB se siente en cierto modo en deuda con el Estudiantes y no desea que descienda uno de sus mejores activos.
Evidentemente, lo que ayer le dio a Estudiantes mañana se lo quitará contra el Barcelona o el Caja Laboral, pues frente a esos el pequeño es el Estudiantes y el grande ha de seguir ganando partidos para que la maquinaria no se pare y no llame el lunes indignado a la ACB Chichi Creus o Querejeta. Que todos los respetos, no es lo mismo la presión que eso mete en los estamentos de la liga a que lo haga un tal Paco Guillem desde un pueblo llamado Murcia respecto a un partido que no se televisó a nivel nacional.
Pero como decía antes, esto pasa en prácticamente todo el baloncesto profesional. La pasada temporada fue cuanto menos curioso lo que le ocurrió al Real Madrid en Murcia y unos días después en Atenas. Jugó el Real Madrid contra el CB Murcia, los árbitros de aquel día echaron una mano (por no decir que hicieron un atraco) al equipo de Joan Plaza, quien se mostró muy contento con el resultado y la legitimidad del partido. Apenas tres o cuatro días después del robo en Murcia ese mismo Real Madrid y ese mismo Joan Plaza lloriqueaba hipócritamente en Atenas reclamando más respeto arbitral porque, al parecer, a su equipo no se le tenía el “respeto” que merecía. Vamos, que en Atenas el atraco lo sufrieron ellos, pero entonces sí le pareció mal al señor Plaza este sistema de jerarquías y arbitrajes basados en el eufemístico “respeto”. Me temo que ese día empezó a fraguarse la salida del señor Plaza del Real Madrid. Sus dirigentes tienen claro que, además de con más presupuesto y mejores jugadores, con un entrenador llamado “Messina” es más fácil lograr que los árbitros te respeten que con un entrenador llamado “Plaza”. Es triste, pero así funciona esto.
En el poco tiempo que llevo viendo basket de formación no veo que pase esto en esas categorías. Ahí simplemente el nivel de los árbitros es como el de los chicos, bajo. Bajo por estar aún formándose o bajo por no dar para más, pero sin especial maldad ni ansias de manipular. Sí pasa, y en verdad hasta los puedo entender, que en categorías senior o en pueblos de los duros algunos árbitros hacen arbitrajes caserillos, más pensando en llegar sanos y salvos a casa que otra cosa.
Pero en el baloncesto profesional, lamentablemente, pues es donde realmente están los mejores árbitros, sí que la mayoría de estos se prestan a adulterar la competición, de forma indirecta, y no necesariamente en todos los partidos, pero sí hay una pauta no escrita para que los grandes ganen más y los pequeños pierdan más.
Y me dirán que tal vez es muy osado decir que eso viene articulado desde arriba. Pero es fácil comprobarlo. No tienen más que ver que las finales y los grandes partidos los terminan pitando los árbitros buenos buenos, como Arteaga, y los árbitros que más se prestan a estas manipulaciones. La solución sería muy fácil. A los que se les ocurra hacer este tipo de cosas se les castiga de algún modo (nevera, descenso, sanción…) pero no, no sólo no se les castiga, sino que se les premia. Por tanto, la lección para los árbitros está muy clara: “si quieres prosperar en esto del arbitraje tienes que saber interpretar los deseos de los gestores de la liga”. Deseos que suelen ser normalmente que gane el grande o, por ejemplo, que Estudiantes no descienda entre tanto logra sanear su economía y volver a lo que era (sin hacerle sombra a los grandes, claro, eso tampoco).
Si quieren comprobar que se premia a estos árbitros sólo hay que armarse de paciencia y tirar de hemeroteca o memoria, para comprobar cómo los señores que pitaron la final olímpica (el argentino Pablo Estévez, el lituano Romualdas Brazauskas y el finlandés Carl Jungebrand) siguen pitando en grandes competiciones internacionales y cómo García Leal seguirá pitando partidos importantes en las próximas semanas.
El problema es que esto tiene que tener un equilibrio. No todos los partidos pueden estar decididos de antemano. Tiene que haber cierto margen para lo inesperado, para la sorpresa. Sin pasarse, eso sí. Porque si los pequeños nunca tuvieran opción ninguna antes o después éstos se hartarían, y abandonarían la competición, para que así jueguen directamente, sin liga previa, los play off el Madrid, Barça, Caja Laboral y Unicaja y se dejen así de farsas a costa de los equipos modestos, a los sólo quieren de comparsas para mayor lucimiento de ésos grandes.
Al final, esto del baloncesto ACB no es más que un teatro para lucimiento de los grandes equipos, en los que los pequeños apenas son figurantes o, en el mejor de los casos, actores secundarios a los que, a veces, se les deja decir alguna frase que otra.
Una muestra de que a Ivanovic estas cosas se las pitan como a todo mortal, pues así lo pone el reglamento, les dejo este video en el que se ve claramente cómo cuando Ivanovic pisa la pista el árbitro le pita técnica sin aviso previo ni nada... ¿o no?
Comentarios
A.
Quiero que veas con atención las imágenes del resumen de la ACB sobre el partido. Moncho está dentro de la pista más de un metro y medio, necesita tres pasos hacia detrás para salir de ella cuando le señalan la técnica, y además está metido en el campo de acción de la jugada. No se si Olivé va hacía él con toda la intención, pero viendo las imágenes si el árbitro sigue hacia delante no cabría nadie más en esa esquina de la cancha, el "trap" perfecto, atacante, defensor, entrenador y árbitro.
Está claro que si esta situación hubiera sido con otro entrenador a lo mejor estaríamos diciendo que el entrenador perdió el partido. Nada más lejos de la realidad, el partido estaba casi sentenciado con el tiempo de posesión y los tiros libres...
Creo que todos, digo todos, debemos ser más objetivos con estas cosas. En la cancha la percepción de las cosas desde la grada son muy diferentes a cuando las ves en imágenes y creo que en este caso, la imagen vale más que mil palabras.
Ya sabes, lo hemos hablado muchas veces, que no me gustan nada que los entrenadores se metan en la cancha. Todos tenemos nuestro sitio y el respeto empieza por ahí. Nunca entendí esa complacencia con Ivanovic o con cualquier otro. He tenido grandes discusiones con árbitros en partidos por este tema, a mi me decían que me sentara o me callara y el del otro lado dos metros metido dentro de la pista. Espero que esto sirva al menos para que esta ridícula manía de meterse en la pista por parte de los entrenadores acabe de una vez.
Sobre el resto que escribes, que quieras que te diga. ¿Lo has descubierto ahora? ¿Los niños vienen de Paris?