Lima y el valor del compromiso

Esta mañana de dos de junio, un mes y cinco días después de renovar contrato por dos años más, Cesar Augusto Lima ha roto unilateralmente ese compromiso. Cuando firmó el contrato de renovación, Lima habló una y otra vez de su relación con el UCAM Murcia en los términos de compromiso por aquí, compromiso por allá, hasta casi desgastar la palabra. COMPROMISO, gran palabra.

Cesar Augusto Lima (Foto: Antonio Martínez)

Se va, pagando él de su bolsillo, dice, la cláusula de salida. Afirma, también, que busca nuevos retos, y que no ha recibido aún oferta alguna de ningún equipo.
Vamos por partes, porque tenemos poca información y muchas lagunas.
¿Qué nuevos retos puede buscar después de que hace un mes todo le pareciera maravilloso de cara a la nueva temporada en Murcia? Esos retos que dice buscar no le interesaban hace un mes ¿cuáles son? ¿Qué ha cambiado?

También sostiene que no cuenta con oferta de ningún equipo, cosa que en este contexto cuesta muy mucho creer, pero que de momento debemos dar por cierta, pues la única información de la que disponemos es su palabra.
Además, Lima paga de su bolsillo la cláusula de rescisión. Creo que este detalle merece una vuelta. Que de un mes a otro alguien quiera salir por algún motivo de un equipo en el que se siente de maravilla es algo muy raro, pero que esté tan dispuesto a irse como para poner dinero propio para hacerlo resulta del todo inaudito. ¿Qué ha pasado?
Parece innegable que algo ha ocurrido y que no sabemos qué. A falta de datos no queda más que especular. El pensamiento rápido y fácil nos dice que todo lo que nos dice es mentira y que Lima se va a un equipo en el que le pagarán una cantidad de dinero muy superior a lo que cobraría en Murcia (más la cláusula, claro). Uno se resiste a pensar en eso, aunque toda la obviedad de este mundo empuja a pensar que todo es lo que parece.

Una oferta que no se pueda rechazar
Y yo digo que no, que si fuera eso, si le hubieran hecho una oferta de las que no se puede rechazar, como diría Marlon Brando en El Padrino, sería tan sencillo como decirlo abiertamente, algo como: “Amo a este club, con todo mi corazón, pero soy un profesional ante todo, y me han hecho una oferta de las que no se puede rechazar. No, no me han ofrecido un poco más de lo que cobro aquí, que ya es un buen sueldo. No, me han ofrecido mucho dinero. Tenía que aceptar esa oferta. Además, el equipo por el que voy a fichar paga la cláusula y, aunque el daño al club será cierto, ese dinero debería ayudar a solucionar el problema, al menos en parte”. Y queda como un campeón, o al menos no como un mentiroso.
Sea cual sea el caso, Lima firmará contrato con otro equipo en algún momento, y entonces será raro que alguien se crea que esa oferta le llegó después del día dos de junio, incluso si así fuera.
Y ¿saben qué pasa? Que si a Lima le han ofrecido un gran contrato en otro sitio, uno grande de verdad, debe aceptarlo y, además, y ahora es cuando haré unos cuantos amigos, el que más y el que menos debería aceptarlo sin demasiado drama, porque esto es un mundo de profesionales, no la pachanga de los sábados del barrio de tal. Un jugador de baloncesto cuenta con pocos años para ganar dinero, menos aún para ganar tanto como para ahorrar, y muchos menos como para tocar una cifra que le pudiera permitir estabilidad económica en el futuro.

Llegar a viejo
Pero claro, esa es la cuestión que me parece más relevante: ¿A quién, que no sea el propio Lima, le importa un pimiento de qué vivirá Cesar Augusto dentro de 15 años? Pues a nadie, salvo a él. Y esta es una realidad dura que casi nadie gusta de asumir, que los jugadores aspiran a llegar a viejos, y entonces nadie se acordará de ellos, pero tendrán que seguir comiendo a diario, casi como si siguieran jugando; e incluso tendrán que pagar una casa, un recibo de luz y otras tantas cosas que al que más y al que menos nos preocupan cuando el mes agoniza.
Les diré también que soy un romántico, y quiero creerme que cuando un jugador afirma que siente los colores en su corazón y toda esa parafernalia es rigurosamente cierto, sobre todo cuando lo dice tanto como lo hace Lima, porque de tan excesivo resultaría ridículo si en algún momento se demostrara que era falso, como corre riesgo de ocurrir ahora.

Puestos a imaginar...
Así que, dentro de ese arrebato de romanticismo, se me ocurren otras hipotéticas causas diferentes a la evidente, unas más verosímiles que otras, pero cierto que todas ellas con cierto grado de truculencia:

  • Una ruptura brusca, dramática y desgarradora de su relación de pareja (ella y su hija son murcianas, si no recuerdo mal). Ello explicaría que quisiera desaparecer y hacerlo ya y como sea.
  • Que se le haya detectado a un familiar cercano una enfermedad gravísima que necesitaría mucho dinero para ser tratada y, por tanto, busque dinero a espuertas y lo demás deja de importarle de golpe.
  • Hummm…

Bueno, la verdad es que no se me ocurren tantas hipótesis, y mucho menos verosímiles, por lo que todo me lleva de nuevo a la teoría de la oferta irrechazable.
Me reafirmo en la idea de que si ha recibido un ofertón era tan simple como decirlo, disculparse por los tiempos en los que ha ocurrido todo y salir con la cabeza alta.
A falta de más información todo a punta a lo que apunta, y no apunta bien.
En definitiva: me parecería fantástico que acepte un ofertón (siempre y cuanto sea un ofertón de verdad), me parecería mal que contara una milonga insostenible que en unas semanas se desinflaría como un soufflé.
En cualquier caso, que cada profesional se busque la vida como pueda. Eso sí, a ser posible que no se llene la boca de ciertas grandes palabras como “COMPROMISO”. Por lo que sea.



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