Los fichajes y sus claroscuros (I). Baloncesto de formación

Jóvenes en una pista callejera de baloncesto

 ¿Alguna vez se han preguntado cómo aparecen los jugadores y jugadoras en los equipos? ¿De dónde salen? ¿Cómo y por qué cambian de equipo?

De todo eso hablamos hoy, desde los más peques (en esta entrada) a los profesionales (en la siguiente). Nos referimos a los métodos normales, ortodoxos y elegantes, pero también a los no tan elegantes. Estos últimos, los hay en casi todas partes y muy diferentes, y su explicación es tan sencilla como que las personas tendemos a ser egoístas, y cada vez más. Pero vayamos por partes.

Los peques

Hay varias formas de nutrir de niños y niñas las bases de un club, y ya aviso de que en adelante usaré el genérico masculino.

Esperar sentado

La más obvia y sencilla es esperar que los padres de la criatura vengan a ti cualquier día de partido o entrenamiento. También está muy de moda desde hace unos años que los clubes monten lo que se ha venido en llamar “jornadas de puertas abiertas”, que es una forma de decir “si quieres jugar en este club pásate el día tal por tal sitio”. Se ponen anuncios en redes sociales o carteles en los pabellones y a esperar.

Los clubes que tienen equipo senior de élite, con jugadores o jugadoras top con cierto renombre, suelen usarlos como reclamo en visitas a colegios.

Escuelas deportivas

En muchos casos, los clubes controlan escuelas deportivas municipales, que vienen a ser una actividad extraescolar promovida por los ayuntamientos, de forma directa o combinada con los colegios, en la que suelen participar los clubes, encargándose de la gestión deportiva de las mismas. Suelen ser actividades poco exigentes en lo deportivo, de mera iniciación y entretenimiento. Cuando algún peque destaca el propio monitor de la actividad suele procurar captarlo para el club vinculado o recomendarle que se integre en algún club si no existe esa vinculación.

Niño jugando a baloncesto
Crear una red de escuelas deportivas

Hablamos de algo parecido a lo anterior, pero a lo grande y partiendo desde cero. El modelo paradigmático, al menos en cuanto a la idea básica del método, podría ser cómo Moisés Navarro (para cosas positivas no me importa poner ejemplos concretos) montó de la nada un club: el Estudiantes de Cartagena. Lo hizo básicamente por sus narices y a base de echar horas, que es la forma más segura de obtener resultados.

La idea fundamental sería patearse todos y cada uno de los coles de la zona para ofertarles la actividad de baloncesto, tal como podría impartirla una empresa de las de multideporte que se encargan de las extradeportivas del cole pero, en vez de con el fin de lucrarse, con el de tejer una red de escuelas grande para tener controlados cientos de niños. De este modo, se monta un modelo piramidal, es decir, una idea basada en la obviedad estadística, pues solo un porcentaje pequeño de los niños que se inician en el baloncesto tendrán algún día un potencial real de jugador de baloncesto de cierto nivel. Para lograr sacar muchos jugadores parece clara la jugada: a más jugadores controlados más probabilidades de que aparezcan jugadores aprovechables.

Así, se matan dos pájaros de un tiro: se le da a los niños una actividad deportiva a un precio competitivo (si no hay ánimo de lucro será muy competitivo) y se genera una base amplia de futuros jugadores.

Trabajando así, en dos o tres años se puede tener, como hizo Moisés, un club de baloncesto trabajando a pleno rendimiento con muchos jugadores.

Otra cuestión obvia para sacar muchos y buenos jugadores, además de lo dicho de la cantidad, es la calidad. Si se hace un buen trabajo de selección y formación de los monitores los resultados de este trabajo serán más productivos. De hecho, de ese primer grupo de entrenadores que crecieron con Estudiantes de Cartagena a día de hoy uno es ayudante ACB y otro de Liga Femenina Endesa.

El lado oscuro

En realidad, en esta etapa no habría lado oscuro relacionado con los peques en sí, sobre todo porque al tratarse de peques que se inician aún no destacan y, por tanto, todavía no se han despertado a su alrededor los instintos oscuros en clubes, entrenadores, padres o el jugador. Pero sí, eso llegará pronto, en apenas unos párrafos hablamos de ello.


Los no tan peques

Hasta ahora todo era (más o menos) maravilloso, pero los niños crecen y algunos pronto van mostrando más cualidades que otros para la práctica del bello deporte del baloncesto. Y entonces, en ocasiones, se despierta el lado oscuro.

Buscar lo mejor para el zagal

Suele pasar que ese niño que destaca lo hace rodeado de unos compañeros que, como respuesta a la fuerza de la estadística, no destacan gran cosa, si no incluso lo contrario. En esos casos es complicado, por mucho y bien que trabaje el entrenador, satisfacer las necesidades básicas de formación de la mayoría del equipo y, a su vez, brindarle a ese que destaca todas las posibilidades de desarrollar su talento. En esos casos, lo ideal es que termine jugando en un equipo de un club que no le pille lejos de casa pero que tenga un grupo de cierto nivel, con el que pueda trabajar a conciencia y desarrollar sus capacidades, por si acaso fuera candidato a ser jugador de élite. El Director Deportivo de uno de los clubes que participan en la operación se pone en contacto con su homólogo del otro club y hablan de esa posibilidad, justo antes o justo después de hablar con los padres de la criatura.

Cuando esto se hace bien todas las partes quedan contentas, pues se busca lo mejor para el chico.

Ganar para crecer

Si se hace bien, el camino de ganar para crecer no tiene por qué estar junto a los de la siguiente sección. Algo por el estilo hacía Sant Adriá en la época en la que arrasó en Campeonatos de España de formación.

La idea sería montar un buen plan de trabajo para que el rendimiento sea máximo, pero a la hora de intentar captar jugadoras, de fichar jugadoras, el truco no era ir a por la mejor de toda la región y así ser campeón al año siguiente, sino hacerlo más poco a poco, reforzando cada año los puestos 6-7-8 del equipo (no el 1-2-3 que sería lo rápido, pero también lo difícil). De ese modo, cada año el equipo es más competitivo, la rotación más larga y los resultados deportivos en forma de victorias van llegando solos y, una vez que se gana, ya se es un equipo atractor de jugadoras por sí mismo, sin necesidad de intentar fichar a jugadoras concretas. A todo el mundo le gusta ganar, a las jugadoras también, y si tienes un equipo ganador lo normal es que los buenos jugadores vengan ellos solos sin necesidad de pasarse a…

El lado oscuro

Puede que al llegar aquí el lector esté ya muerto de risa o maldiciendo en arameo tras leer las últimas líneas. Sí, es normal. Lo antes explicado ocurre, pero no tanto como debiera. Sí ocurre, y ocurre mucho, que el egoísmo de unos y otros se interpone, se desatan las espadas y dragones, y te encuentras de todo:

-El entrenador de turno que llama por su cuenta al padre para prometerle lo que haga falta, lo que sea que le entre bien por el oído. Matizo: los más avezados en esto prometer, prometer, no prometen, insinúan, dan a entender, de forma que en un momento dado puedan agarrarse a la fórmula de “yo no prometí eso”. En esas promesas insinuadas puede uno encontrarse lo más variopinto, aunque lo más frecuente podría ser meter en la cabeza de padre o del propio crío (según la edad) ideas del tipo: vente conmigo que… ganaremos la liga regional, te lo pasarás mejor que nunca, vendrá también fulanico, jugarás más minutos que nadie, jugaremos para ti (si ya juega mucho), yo haré de ti un jugador profesional, etc. Está claro que, ante lo burdo de algunas de esas promesas (perdón, insinuaciones) hace falta del otro lado una parte que desee creerse eso, pues nadie capta a punta de pistola.

-El entrenador de turno que aprovecha el campus de verano, o Semana Santa (cada vez más frecuentes), para hacerse el más y mejor amiguito de los buenos de la región, pues casualmente esa amistad del todo espontánea surge con los mejores, no con los peores. Y el roce hace el cariño, y la insinuación abre la puerta y… el chico (o chica, que les recuerdo que hablo de los dos géneros) durante el verano ve la luz y decide cambiar de club.

-Según rumores, nunca confirmados, nunca manifestados expresamente, el seleccionador regional de turno tiende a llevarse más jugadores a la selección de su club que del resto. Ojo, esto lo mismo ni siquiera tiene por qué ser algo torticero, o no en cualquier caso, pues a los jugadores de su club los ve más, los conoce más y es incluso probable que honestamente crea que son mejores que otros. Ello hace que, para el jugador que ya destaca pero que no tiene claro estar entre los 12 seleccionados, sea una tentación importante procurar jugar en el club del seleccionador de su categoría. Y claro, los clubes tampoco son tontos, y saben que fichar a entrenadores que, a su vez, suelen ser seleccionadores regionales, supone un factor atractor de jugadores de buen nivel.

-“Estar en dinámica del primer equipo”. Cuántos y cuántos jugadores (y aquí hablamos ya de categoría junior sobre todo, aunque desde cadete se puede poner ese cebo) han fichado por un club con un primer equipo senior en una categoría destacada tras escuchar esa frase: dinámica del primer equipo. ¿Qué significa dinámica del primer equipo? ¿Pueden estar siete jugadores junior o del equipo B en dinámica del primer equipo? En realidad, eso significa que tal vez, y solo tal vez, el primer equipo necesite uno o dos jugadores de refuerzo para los entrenamientos, y solo para los entrenamientos y, en caso de catástrofe en forma de plaga de lesiones, uno para algún día hacer la rueda de calentamiento. Pero ¿qué es lo que se le da a entender o quiere entender el jugador? Pues que, a poco que trabaje bien, y está claro que trabajará bien, será asiduo en los entrenamientos y, por supuesto, en poco tiempo estará jugando minutos con el primer equipo, cuando no siendo uno más. Por supuesto, una vez cumplido el ciclo de formación o ya no es útil para lo que sea que se le captó pues adiós muy buenas y ya está, sin más.

-Dile algo a menganico. Usar intermediarios tampoco es infrecuente, y más ahora que estamos hiperconectados con aplicaciones tipo Whatsapp. En lugar de contactar directamente con el padre del jugador, se le sugiere a un jugador con cierta ascendencia sobre el jugador a captar (el bueno de la generación o el amigo), indirectamente y con sutileza… o no, que le deje caer que hay un hueco en el equipo y que sería bien recibido.

Todas esos caminos se pueden complementar con lo dicho de las “jornadas de puertas abiertas”, que pueden servir como eslabón en la cadena para hacer el proceso de captación más suave.

Pero que nadie se equivoque, esto tampoco es el mal por el mal ni nada tan tremendo, ni mucho menos. Para que estos engaños funcionen hace falta alguien con ganas de engañar y alguien con ganas de ser engañado. Vivimos en una sociedad egoísta en la que muchas veces se buscan objetivos egoístas y a corto plazo, lo que suele traducirse en algo tan simple como ganar el próximo trofeo, el que sea, así sea el regional infantil. Un trofeo al fin y al cabo. No hay mucho más. Que tire la primera piedra quien esté libre de...


 


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